Miami, 15 nov (EFE).- El expresidente de EE.UU. Donald Trump confirmó este martes que aspira a ser candidato en las elecciones presidenciales de 2024 y abrió así la carrera por la nominación republicana, en la que por ahora se vislumbran otros dos posibles candidatos, Ron DeSantis y Mike Pence, antiguos aliados suyos.
Trump, de 76 años, escogió la opulencia de su mansión floridana Mar-a-Lago para hacer un anuncio que venía insinuando desde hace meses y que llega en un momento en que su estrella política no es lo que solía ser y enfrenta problemas con la justicia y el Congreso.
El “importante anuncio” que adelantó que iba a hacer este 15 de noviembre resultó ser lo que todos pensaban: por tercera vez competirá por ser candidato a la Casa Blanca.
Lo hizo en el año 2000 por un partido alternativo y como republicano en 2016, su por ahora único intento victorioso, y en 2020, cuando fue derrotado por el hoy presidente, Joseph Biden, aunque nunca ha admitido que perdiera y lo atribuye a “un robo”.
EL SALVADOR DE LA PATRIA
En el discurso de más de una hora que pronunció ante su familia y un numeroso grupo de invitados, Trump se centró en presentarse como el candidato que puede salvar a EE.UU. de una debacle y devolverle la “gloria” perdida después de su Presidencia (2017-2021).
“Me estoy postulando porque creo que el mundo no ha visto todavía la verdadera gloria de lo que esta nación puede ser”, subrayó.
Rodeado de más de 30 banderas estadounidenses y entre vítores y gritos de apoyo dijo: “esto no es solo una campaña, es una causa para salvar a nuestro país”.
Fue un discurso menos agresivo que otros y más inclusivo, incluso con un “guiño” de complicidad a los latinos, pero como siempre fue enfático y exagerado a la hora de repasar sus logros y demoledor cuando se trataba de criticar la gestión de Joseph Biden, al que acusó, entre otra muchas cosas, de “destruir la economía” de EE.UU.
Habló de una amplia gama de temas desde la economía hasta la educación, pasando por la delincuencia, la migración, el aborto, la política exterior, la guerra de Ucrania, la dependencia energética, China, la cadena de suministros, la izquierda radical y el alquiler de viviendas.
No faltaron los ataques a la prensa ni las menciones a los resultados de las recientes elecciones intermedias.
En ese punto destacó la importancia de que los republicanos hayan recuperado la mayoría en la Cámara de Representantes a pesar de unos resultados que no fueron lo esperado y negó que él haya sido “un perdedor”, pues subrayó que de todos los candidatos a los que respaldó “solo 22” no consiguieron el puesto que buscaban.
En ese punto aprovechó para llamar a los votantes de Georgia a votar por el candidato republicano al Senado Herschel Walker en la segunda vuelta electoral que se celebrará el 6 de diciembre.
Trump se mostró seguro de que logrará más votos en 2024 que en 2016, sin siquiera mencionar que para ser candidato deberá primero ganar las primarias republicanas.
UN PANORAMA ADVERSO
Sin embargo, las encuestas sobre intención de voto para esas primarias le son adversas, hay políticos republicanos que han advertido que Trump no debe ser la opción y los medios que fueron sus mayores propagandistas le han dado la espalda.
Los últimos sondeos indican que el gobernador de Florida, su ex aliado Ron DeSantis, que aun no desveló si competirá, le sacaría una ventaja significativa si se diera un duelo entre ambos en las primarias.
Mike Pence, que fue su vicepresidente y acaba de sacar un libro en el que Trump no sale bien parado, dijo en una reciente entrevista que “hay mejores opciones” que el expresidente para los republicanos y sobre sus intenciones de competir por la nominación tan solo mencionó que lo “está considerando”.
Trump atraviesa además por un periodo difícil con diferentes frentes abiertos en la justicia y el Congreso, por las finanzas de su empresa familiar y por la toma del Capitolio en enero de 2021 por una turba de seguidores suyos a los que antes había arengado en un mitin a defender su supuesta victoria electoral.
Hoy dijo ser “una víctima”, “perseguido” por una confabulación de toda clase de fuerzas y peor tratado que el gángster Al Capone.
Aun así derrochó triunfalismo y entusiasmo en el evento en Mar-a-Lago, que cerró con la promesa de unos Estados Unidos no solo más grandes, sino “más ricos”, “orgullosos” y “fuertes” si llega otra vez a la Casa Blanca.