Washington, 29 ago (EFE).- El inicio del curso escolar en Estados Unidos afronta este año las consecuencias de un problema creciente y exacerbado por la pandemia, la falta de profesores, con una media prevista de tres vacantes en los colegios públicos que ha provocado huelgas y búsqueda de soluciones innovadoras para remediarlo.
El hartazgo del profesorado se mide en cifras: un 90 % dicen estar desanimados y un 55 % planea retirarse antes de la edad de jubilación debido precisamente a la epidemia, según una encuesta de enero de la Asociación Nacional de Educación (NEA, por sus siglas en inglés).
“Los profesores están experimentando un nivel de desgaste que no habían registrado antes y no solo se debe a la covid, que solo lo ha subrayado. Ya estaban en un punto de agotamiento que ahora está afectando a su salud y a su familia. No reciben el respeto que merecen y se están yendo”, explica a EFE la fundadora de la asociación The Teacher’s Resource, Sonya Battle.
La alarma en el sector público, en consecuencia, también es evidente. El Departamento de Educación, con cifras de junio, apunta que seis de cada diez escuelas dijeron estar preocupadas por la incapacidad para rellenar las vacantes con personal cualificado, nueve de cada diez por el desgaste profesional de su plantilla y ocho de cada diez por la salud mental de sus trabajadores.
“¿Por qué es tan complicado cuidar a la misma gente necesaria para que el mundo siga funcionando? Todo lo que somos empieza con un profesor. Tiene todo el sentido que tengan el salario y el respeto que se merecen. Están cansados de sentirse invisibles. Tenemos una epidemia dentro de una pandemia. Estamos en crisis”, lamenta Battle.
El salario anual medio de un maestro que empieza, según el NEA, fue en el curso 2020-2021 de $41,770 dólares, un aumento del 1.4 % respecto al ejercicio anterior, pero una caída del 4 % si se ajusta a la inflación, que hace que los sueldos estén en su nivel más bajo desde que ese organismo empezó a registrarlos hace más de una década.
“Yo personalmente no he perdido la fe en la profesión porque me gusta lo que hago, pero otros nuevos y aquellos que llevan más que yo que han visto lo respetados que solíamos estar y cómo ahora somos una de las profesiones menos respetadas”, cuenta a EFE Tonya Tolson, maestra de inglés desde hace 19 años.
Ella, también subdirectora en un instituto de Carolina del Norte, reivindica que merecen “cada centavo que reciben”. Planea seguir dando clase unos cinco años y pasar posteriormente a un puesto más administrativo precisamente por ese cambio en la consideración que se les tiene.
De media, según cifras del Departamento de Educación facilitadas a EFE, los puestos más urgentes de cubrir en la enseñanza primaria son los profesores generalistas, y los de educación especial tanto en la enseñanza media como en el instituto.
Este nuevo curso empieza en general esta próxima semana en todo el país, aunque en ciudades como Columbus (Ohio) el inicio tuvo lugar el pasado miércoles y lo hizo precedido de una huelga, ya finalizada, para reivindicar mejores condiciones de enseñanza. Fue el primer parón de su sindicato desde 1975.
NUEVAS SOLUCIONES
Algunos estados han abierto el abanico de posibilidades para suplir las vacantes. Tennessee, por ejemplo, autorizó en julio que los profesores jubilados vuelvan al trabajo sin perder sus beneficios de jubilación y permite también ajustar el tamaño de las clases y contratar a gente con educación superior aunque no tengan la certificación de maestro.
La Asociación Nacional de Educación calcula que el país necesita unos 300,000 profesores y personal de apoyo para colmar las necesidades de los estudiantes.
Pero el propio secretario de Educación, Miguel Cardona, advierte contra la tentación de bajar el listón para compensar esa carencia: la educación “no es un hobby, es una profesión, y si tu primera estrategia es rebajar los estándares de una profesión a la que ya se le falta el respeto eres parte del problema”, ha dicho en la cadena NBC.
La representante de The Reacher’s Resource, cuya organización se centra en el bienestar de los profesores, también aboga contra posibles soluciones a corto plazo.
“No funcionan. Se podría decir que no son ni soluciones, sino sugerencias. Se requiere el tipo de decisiones que apliques en 2022 y que sigan siendo efectivas en 2032”, señala Battle, que insta a ser “proactivo, no reactivo”, y a tener visión de futuro para evitar que emergencias como la actual, según sus palabras, lleguen a repetirse.