Nueva York, 12 jun (EFE).- La alegría de los puertorriqueños, su música y su bandera monoestrellada inundaron este domingo la Quinta Avenida de Nueva York en el retorno presencial de su tradicional desfile, luego de una pausa de dos años por la crisis de salud causada por la covid-19.
“Yo soy boricua pa’ que tú lo sepas” se escuchó nuevamente con fuerza entre las 75 carrozas y unas 15.000 personas que marcharon por la famosa vía neoyorquina, que se fue llenando poco a poco de público y algarabía en este recorrido anual que cumple su 65 aniversario.
El desfile arrancó tras el tradicional corte de cinta en el que participaron directivos del desfile, la gobernadora Kathy Hochul y el gran mariscal Miguel Cardona, secretario de Educación de Estados Unidos, quien dijo a Efe estar “orgulloso” de celebrar su cultura junto a su comunidad.
“Estoy muy orgulloso porque sé que esta bandera representa los esfuerzos de mis abuelos y mis padres para llegar aquí (EE.UU.)”, indicó Cardona, que debutó en el desfile de Nueva York, considerado el más grande del país y la mayor expresión cultural puertorriqueña fuera de la isla.
Los puertorriqueños llegaron desde la isla, de otros estados y de los cinco condados de Nueva York, como Ashley Avilés y su familia, para celebrar sus aportes al país, su cultura y mostrar con orgullo su bandera.
Llegaron portando o su emblema nacional o arropados con él, agitándolo con energía y emoción ante el paso de las carrozas y delegaciones, pintado en su rostro o adornando a sus mascotas.
“Estamos aquí desde las 7.30 de la mañana para tener un buen sitio”, comentó Avilés, que acudió junto a su esposo e hijos y aseguró que aguardó pacientemente para retornar y celebrar junto a su comunidad.
La bandera de Puerto Rico en blanco y negro, un símbolo de resistencia, no faltó en el desfile, que acogió a varios grupos que portaban carteles con el mensaje “Puerto Rico No se Vende”, una denuncia ante el intento de inversionistas de comprar propiedades en la isla por el atractivo de exenciones tributarias que se aceleró tras la pandemia.
También estuvieron “Las Lolitas” un grupo de mujeres que vestían como Lolita Lebrón, la nacionalista que en 1954 dirigió un ataque a tiros a la Cámara de Representantes de EE.UU., junto a tres hombres, para reclamar la independencia de la isla.
“No vine a matar a nadie, yo vine a morir por Puerto Rico” era el cartel que les presidía, con las palabras que dijo Lebrón cuando la arrestaron.
El desfile nacional puertorriqueño es una cita ineludible para los políticos y en particular en un año electoral como este y se vio a varios candidatos encabezados por la gobernadora Hochul, que aspira a renovar mandato.
Tampoco Eric Adams en su primer desfile como alcalde de la ciudad, quien vistió una guayabera blanca de manga corta con la bandera de Puerto Rico, que es una camisa de origen cubano con cuatro bolsillos.
“Estamos aquí disfrutando después de dos años de no poder marchar, disfrutando de este gran espíritu y energía de la comunidad puertorriqueña.”, indicó Adams.
Igualmente, estuvo el exalcalde Bill de Blasio, quien el pasado mayo lanzó su candidatura al Congreso.
Los bailes típicos de bomba y plena retornaron a la Quinta Avenida, donde la salsa y el reguetón fueron grandes protagonistas y causaron gran revuelo el famoso cantante urbano Nicky Jam, Rey del desfile, así como el icono del hip-hop Fat Joe, su padrino.
Pero la locura total de los jóvenes fue cuando un chico que iba en una carroza, que saludaba como toda una estrella, fue confundido con el famoso reguetonero Bad Bunny, aunque no sacó a nadie de la duda.
“Bad Bunny, Bad Bunny”, gritaban eufóricos, mientras crecían los seguidores alrededor de su carroza.
Louis Maldonado, presidente del desfile, dijo a Efe estar complacido con el retorno del evento, la alegría y la energía de sus compatriotas.
Ruth E. Hernández Beltrán