Los Ángeles, 3 mar (EFE).- Los abogados de un reo sentenciado a la pena de muerte por decapitar en 2003 a sus tres hijos, dos adoptivos y uno biológico, han logrado reabrir el caso e intentarán demostrar que fue condenado injustamente en Texas.
El Tribunal Federal del Distrito Sur de Texas concedió reabrir el caso de John Allen Rubio, de 41 años, lo que les permite a sus abogados tratar de sacar al hispano del corredor de la muerte, informó este jueves la televisora KVEO.
Rubio fue condenado por asesinar a Julissa Quesada, de 3 años; John E. Rubio, de 1 año, y Mary Jane Rubio, de 2 meses, el 11 de marzo de 2003.
Los tres niños eran hijos de Ángela Camacho, entonces pareja de Rubio, aunque solo Mary Jane era hija biológica del latino, quien crió a los tres como suyos.
Rubio le dijo a las autoridades que asesinó a los niños porque creía que estaban poseídos por su abuela fallecida, quien él creía que era una bruja, según documentos judiciales citados por la televisora.
Antes del asesinato la pareja se aisló de otros miembros de la familia, roció su apartamento con lejía y cerró con clavos la puerta trasera.
Según los documentos judiciales a los que tuvo acceso la televisora, Rubio dijo que sintió la necesidad de decapitar a los niños con la ayuda de Camacho. Luego, ambos colocaron las cabezas de los niños en bolsas de plástico. Un familiar descubrió el suceso y llamó a la policía. Cuando las autoridades llegaron el hispano se entregó.
Un jurado condenó a Rubio a la pena de muerte en 2003. Pero la sentencia fue anulada en septiembre de 2007 por la Corte de Apelaciones de lo Penal de Texas con base en que en el juicio se usaron declaraciones extrajudiciales de manera inconstitucional.
Durante el segundo juicio en 2010, la defensa dijo que Rubio no estaba capacitado mentalmente para ser juzgado.
La madre del hispano declaró haber bebido cerveza todos los días mientras estaba embarazada de él. También dijo que el latino sufría de alucinaciones cuando era niño y que ella permitió que se prostituyera a la edad de 8 años. Pero un jurado lo encontró culpable y su sentencia de muerte fue restablecida.
Rubio ha sido descrito como un adicto a las drogas que regularmente inhalaba pintura en aerosol, consumía crack, cocaína y marihuana antes de los asesinatos, y que estas adicciones contribuyeron a que su paranoia se saliera de control, según documentos judiciales.
Los abogados tienen ahora plazo hasta abril para presentar una petición enmendada que cumpla con los requisitos del estado de Texas para una apelación.
Por su parte, Camacho fue declarada culpable en 2005 por los asesinatos y condenada a cadena perpetua. Ella es elegible para la libertad condicional en 2043.