Washington, 7 dic (EFE).- Llevan 35 años esperando una reforma migratoria y no aguantan un minuto más. Al grito de “¡ahora!”, unos doscientos migrantes se manifestaron este martes para exigir a los demócratas que usen su poder para dar la nacionalidad a once millones de indocumentados.
Los demócratas tienen la mayoría en las dos cámaras del Congreso y dominan la Casa Blanca con Joe Biden, por lo que los activistas creen que ha llegado la hora de aprobar la ansiada reforma.
“¿Qué queremos? ¡Ciudadanía! ¿Cuándo la queremos? ¡Ahora, ahora, ahora!”, corearon los activistas, algunos envueltos en banderas estadounidenses y mexicanas, y otros abrigados con gorros rojos de Papá Noel que llevaban escrita en verde la frase “ciudadanía para todos”.
La protesta duró casi ocho horas: comenzó a las 7 de la mañana con la interrupción del tráfico en las calles aledañas al Congreso, siguió con una manifestación cerca de la sede legislativa y, luego, los manifestantes participaron en una rueda de prensa con un grupo de legisladores del ala izquierdista del Partido Demócrata.
A esa rueda de prensa acudió, entre otros, la legisladora Alexandria Ocasio-Cortez, de origen puertorriqueño y que intercambiando español e inglés quiso dejar claro a su partido que ha llegado la hora de cumplir las promesas que llevan años haciendo a los migrantes.
“¡Este es nuestro momento! Estamos aquí porque este es nuestro momento -clamó la legisladora.- Tenemos la oportunidad, tenemos una ventana de oportunidad ahora mismo y no dejen que nadie diga que no tenemos el poder o la oportunidad. La oportunidad está aquí y ahora. No ha pasado”.
A continuación, Ocasio-Cortez señaló al edificio del Senado y explicó que el futuro de millones de personas depende ahora mismo de esa cámara.
El líder demócrata en la Cámara Alta, Chuck Schumer, quiere aprobar antes de Navidad el gran plan de gasto social del presidente estadounidense, Joe Biden, valorado en 1,75 billones de dólares y que incluye una gran cantidad de propuestas progresistas sobre cambio climático, educación e inmigración.
En concreto, ese plan bautizado en inglés “Build Back Better” (“Reconstruir mejor”) no da la ciudadanía a los once millones de indocumentados, como quieren los activistas, pero ofrece un amparo conocido como “parole” a cerca de 6,5 millones, según análisis de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO).
Ese programa permitiría a los migrantes obtener un permiso de trabajo y les protegería de la deportación, entre otros beneficios.
La Cámara Baja ya aprobó en noviembre el plan de Biden con esa propuesta de “parole”, porque por ahora no hay apoyo suficiente en el Senado para sacar adelante una ley que dé la nacionalidad a los once millones de indocumentados que se calcula que viven en EE.UU., muchos de los cuales fueron considerados trabajadores esenciales durante la pandemia.
“¡Es por la inspiración de ustedes que estamos aquí! Por el trabajo y el sacrificio de ustedes durante la pandemia, que pusieron su propia vida en riesgo por todos nosotros”, manifestó arropado por los manifestantes el congresista Adriano Espaillat, de origen dominicano y en el pasado indocumentado.
Espaillat explicó que él y otros legisladores hispanos han sido durante mucho tiempo “soldados leales” del Partido Demócrata, ayudando a aprobar medidas sobre cambio climático o economía, pero avisó de que ha llegado el momento de sacar adelante una reforma migratoria.
A ese llamado se sumó uno de los legisladores por Illinois, Jesús “Chuy” García, de origen mexicano y que instó al liderazgo demócrata en el Senado a ser valiente e incluir en el plan social de Biden un acceso a la ciudadanía, en vez de la “parole”, que muchos activistas rechazan.
El Congreso lleva 35 años sin aprobar una ley que permita acceder a la ciudadanía a millones de inmigrantes.
La última vez fue en 1986, cuando el entonces presidente, Ronald Reagan, firmó una ley que permitió regularizar a tres millones de inmigrantes indocumentados.