Washington, 29 nov (EFE).- Los técnicos que se encargan de verificar el cumplimiento del Nuevo START, el último tratado que limita los armamentos nucleares de Estados Unidos y Rusia, llevan más de dos años sin poder hacer su trabajo. Y de momento, nadie sabe cuándo volverán a hacerlo.
Este lunes Rusia decidió, de manera unilateral y por sorpresa, aplazar indefinidamente las reuniones de la Comisión Bilateral de Consulta (BCC, en inglés), el cuerpo encargado de la implementación del acuerdo, previstas para estas dos próximas semanas en El Cairo.
Para los estadounidenses, el principal objetivo de las reuniones era acordar una posible vuelta a las inspecciones de armamento nuclear sobre el terreno, que llevan pausadas desde 2020, primero por la pandemia y después por las limitaciones a los viajes entre Rusia y EE.UU. tras la invasión rusa de Ucrania.
“Imagina que conduces de noche por una autopista y, de pronto, se apagan las luces del coche y los frenos no funcionan”, dice a EFE el editor adjunto para asuntos nucleares del Boletín de los Científicos Atómicos, François Diaz-Maurin.
“Probablemente podrías mantener el control del vehículo un tiempo, pero antes o después te estrellarás”, avisa.
UNA SITUACIÓN INCIERTA
De momento, las autoridades rusas no han ofrecido motivos para posponer las reuniones, y el lunes John Kirby, uno de los portavoces de la Casa Blanca, reconoció que todavía no han recibido “una respuesta sólida” del Kremlin sobre la cancelación.
Este martes, el viceministro de Exteriores ruso Serguéi Riabkov dijo a la prensa de su país que Washington quería usar las reuniones solamente para discutir la reanudación de las inspecciones, y que “no tenían en cuenta nuestras prioridades”, aunque matizó también que la decisión se vio afectada por la guerra en Ucrania.
Riabkov explicó que ofrecerán una nueva propuesta de fechas más adelante, pero que EE.UU. debe tomar la iniciativa y tener en cuenta las prioridades y señales rusas, recoge el diario Kommersant.
Una portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca aseguró a EFE que las palabras de Riabkov no se corresponden con la realidad: “Estamos comprometidos con nuestras obligaciones bajo el Nuevo START, incluida la de discutir cualquier asunto que Rusia incluya en la agenda del BCC”.
La misma fuente aseguró que la postergación rusa de las reuniones “fue una decisión de renunciar a todas las prioridades que el equipo ruso había identificado (…) tanto como una decisión de evitar trabajar en nuestra prioridad, que es la vuelta a las inspecciones”.
LA ÚLTIMA BARRERA
Para Diaz-Maurin, solo el hecho de posponer las reuniones no significa necesariamente que el acuerdo esté en peligro, aunque sí añade incertidumbre a una situación que ya de por sí es dudosa.
Algo similar dijo al medio independiente ruso Meduza el experto del Instituto de Naciones Unidas para la Investigación en Desarme Andréi Baklitski, para quien la cancelación de las reuniones “no significa que el Nuevo START esté en peligro” pero sí “anticipa problemas”.
El tratado Nuevo START es la última barrera entre las dos mayores potencias atómicas del mundo y una carrera nuclear sin límites, algo que, en un contexto de amenazas nucleares explícitas por parte del presidente ruso, Vladímir Putin, a cuenta de la guerra en Ucrania, adquiere un cariz dramático.
Firmado en 2010 por los entonces presidentes estadounidense y ruso, Barack Obama y Dmitri Medvédev, el acuerdo limita el número de ojivas nucleares de largo alcance que cada país puede tener desplegadas a 1.550.
También restringe el número de vehículos y sistemas de lanzamiento que pueden tener desplegados o en reserva Washington y Moscú, pero su pieza fundamental es el régimen de verificación que el tratado establece para asegurar que se cumplen estos límites.
LA VERIFICACIÓN SOBRE EL TERRENO
Tanto Estados Unidos como Rusia pueden llevar a cabo hasta 18 inspecciones al año de los arsenales nucleares del otro sin dar apenas tiempo al país receptor para prepararse: los técnicos dan aviso 32 horas antes de llegar, y después eligen el lugar que quieren examinar, que debe ser respetado por las autoridades receptoras.
Este sistema de verificación “ha funcionado extraordinariamente bien” desde que entró en vigor el acuerdo en 2011, asegura Diaz-Maurin, y ambos países han realizado las 18 inspecciones anuales cada año hasta que fueron suspendidas por la pandemia de covid-19 en 2020.
Después, cuando Estados Unidos trató de que se reanudaran este verano, Rusia se negó hasta que se resolvieran los problemas que tienen sus técnicos para obtener visados y viajar al país por las sanciones impuestas por Washington en respuesta a la invasión de Ucrania.
“Cuando no tienes esta información a través de la verificación, asumes lo peor, lo que hace posible una nueva carrera armamentística”, avisa Diaz-Maurin.
EL FUTURO DEL CONTROL NUCLEAR
Si bien todavía queda tiempo para resolver el problema de las inspecciones -el tratado fue renovado hasta 2026 por las administraciones de Joe Biden y Vladímir Putin-, muchos analistas veían en las conversaciones en El Cairo una oportunidad de sentar las bases para un posible nuevo tratado que sustituya al START.
“Ya que el Nuevo START dejará de estar en vigor en febrero de 2026, ambas partes pueden usar a los mismos expertos (de las discusiones de El Cairo) para desarrollar un tratado de continuidad”, escribía la semana pasada en el Boletín de los Científicos Atómicos Rose Gottemoeller, la diplomática estadounidense que lideró las negociaciones del Nuevo START en 2009.
En este sentido, Diaz-Maurin considera que posponer las conversaciones no supone un problema, pero cancelarlas sería dramático.
“Hablamos de los dos arsenales nucleares más grandes del mundo, al fin y al cabo”, concluye.